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Algunas reflexiones sobre temas frecuentemente presentes en nuestras consultas

El cajón de los recuerdos siempre nos sacude

Y es que cuando uno sacude el cajón de los recuerdos... son los recuerdos los que terminan sacudiéndolo a uno.

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A veces, recordar es de valientes.

Muchas veces en terapia me encuentro diciéndole esa frase a los pacientes: "recordar es de valientes"

No cualquiera está preparado para enfrentar ciertos recuerdos. Todos sabemos que aquel que llega al consultorio arrastrando serias conflictivas... todas tendrán un enlace muy peculiar con el pasado. Un pasado que casualmente la persona vino esquivando hace tiempo. Minimizándolo. Distorsionándolo. Pero que estuvo ahí, latente, en su psiquismo, condicionándolo.

Recuerdos que sin que la persona los hable, lo corroen y lo determinan en su presente. Hechos del pasado que dejaron huellas imborrables.

Y por más que la persona adornó su vida con muchos acontecimientos, muchas relaciones nuevas, muchos colores y sonidos gozosos... igual por dentro no lograba quitarse esa espina clavada en lo más profundo.

El dolor del pasado siempre llegaba y le condicionaba el presente.

Finalmente entendió que tanto jugar a escapar de sus recuerdos no tenía sentido... y decidió enfrentarlos... pero en ese acto, en ese nuevo movimiento, descubrió algo más: el recuerdo tenía dimensiones más grandes y dolorosas de las que él imaginaba... y se generó un impacto emocional muy intenso.

En terapia se trabaja precisamente en eso.

En ese trayecto obligado que debe recorrer aquella persona que decida enfrentar sus recuerdos reprimidos.

Hablar de esos recuerdos nos resignifica la vida. Habíamos acomodado las fichas de manera tal que todo dolía menos... pero al hablar de la verdad de los hechos... al poner las cosas sobre la mesa y verlas en forma directa, clara, nítida, sin adornos... desde nuestro ángulo, desde el lugar que estuvimos a la hora de vivirlas... todo toma un color diferente.

Analizar las cosas del pasado, teniendo puestos los zapatos de un adulto nos abre la mente... nos permite entender mejor al niño que fuimos... podemos dialogar con esa parte nuestra que teníamos dormida, podemos ya de adultos enseñarnos a nosotros mismos nuevas armas de defensa, entender que aquello que hicimos o las formas en que vivimos ciertos acontecimientos, las decisiones que en ese momento tomamos, fueron todas determinadas por nuestra mente infantil, limitada, inmadura, necesitada, fragil... ahora de adultos podemos posicionarnos ante todo eso de un modo diferente, procesar los hechos de manera distinta... acomodar las fichas del pasado de manera tal que nos permitan vivir en paz el presente... lograr una armonía...las emociones se soltarán... muchas cosas necesitan ser liberadas para que nos dejen de molestar... tenemos atrapadas, encarceladas, emociones que necesitan salir... que en su momento por ser niños no supimos expresar... el niño aún está adentro necesitando contar las cosas, preguntar otras, desahogar llantos que contuvo, él aún necesita entender... aliviarse... sentir seguridad y paz.

Ciertos recuerdos sin duda impactan... sacuden... pero a veces es necesaria esa valentía de enfrentarlos... para dejar que partes nuestras crezcan, avancen, se liberen y continúen la vida ya más livianos de dolores, y con más capacidad para amar, para confiar, para construir.

Ps. Patricia Cabrera Sena
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