La soledad... ese sitio que solo tú conoces
No es que estés solo... lo que sucede es que has llegado a un lugar donde los otros aún no te han alcanzado. (Alejandro Jodorowsky)
El problema de la soledad es que cada uno tiene su manera de vivirla... y podemos hablar con muchas personas... las más variadas... acerca de cómo vivimos nuestra soledad... que no todos la podrán entender... porque cada uno la vive desde su historia, desde su particularidad.
Sin duda el autor de la frase, Alejandro Jodorowsky, tiene un modo optimista de ver la soledad... nos quiere trasmitir que es un sitio al que tarde o temprano otros "nos alcanzarán"... yo diría que más bien es un sitio donde los otros aún no han llegado... y es posible que jamás lleguen a nuestra soledad... llegarán a la propia... a la que le toque vivir desde su peculiaridad.
Es un tema muy discutido el de la soledad.
Porque muchos hablan de ella como el rincón de alivio... y otros como su peor pesadilla.
Algunos dicen que la soledad es su mejor maestra, y otros confiesan haber sentido o revivido sus más terribles miedos estando solos.
Hay modos y modos de transitar la soledad.
Todos pasamos por la soledad constructiva... en donde nos volvemos hasta más productivos, despejados y profundos... pero está la otra cara de la moneda... la soledad que daña... y es de esa de la que hay que aprender a salir... porque es la peor trampa emocional en la que suelen caer muchos.
Para salir de esa soledad lacerante, nociva, que lastima hasta el punto de llevar a la persona a desprenderse del mundo real... hay que dar solo un paso... uno solo... pedir ayuda a alguien.
Acercarse a otro.
Aún con dudas, aún pensando que no hay solución a lo que se está sintiendo, aún convencidos de que nadie nos comprenderá, aún con los miedos de chocar contra nuevas decepciones y frustraciones...
La soledad es estar solo... por lo tanto para salir de ella debemos actuar en movimiento contrario: dejar de estar solo, acercarnos a otro.
Pero no acercarnos a cualquiera... hay que saber elegir ese lugar donde por fin podremos depositar ese bulto gigante que se suele cargar en la espalda cuando la soledad nos domina.
Cuando nuestro modo de vida es el aislamiento, la falta de contacto, de diálogo, de convivencia, el interior de la persona se vuelve una carga emocional asfixiante...
Hay personas que han aprendido a vivir solas aún en compañía... son las que más difícil se les hace dar ese paso para rescatarse... porque son personas que aún rodeadas de muchos... no encuentran punto de conexión para acercarse al otro... confiar en él y mostrarse.
Detrás de la soledad profunda y dañina hay mucho miedo y dolor concentrados... por algo la persona se aísla.
Los que tenemos cerca a personas con ese perfil debemos tener en cuenta ese gran detalle: por algo se aparta... hay que ayudarla de una manera sutil a que pida asistencia.
Las peores barreras que pueden separar al humano del resto del mundo son las que él se impone, por emociones internas dañadas que lo dominan.
Se está protegiendo de algo. Necesita seguridad para poder abrir su puerta. Necesita paciencia, comprensión, y contención. Necesita que lo protejan de sus propios miedos. Necesita un sitio donde poder exponerse sin temor a ser lastimado.
Necesita volver a confiar. Necesita no ver en otros un riesgo o peligro. Necesita sentirse entendido... aunque él mismo no se entienda.
Por algo el que se impone a sí mismo una vida solitaria... lo hace. Siempre hay causas.
El mejor espacio para poder trabajar todo ésto es una terapia. En un consultorio psicológico no hablas solo con el profesional, hablas contigo mismo... el psicólogo es un mediador entre tu yo externo y tu yo interno... él intentará que ambas partes tuyas se conecten. Y en ese monólogo, que se vuelve diálogo en terapia, podrás fortalecerte hasta el punto de adquirir seguridad en ti mismo, y de un modo sutil, y sin que te des cuenta... estarás volviendo a la vida... estarás hablando con otros... estarás regresando de tu retiro solitario... y despidiéndote para siempre de tu triste encierro...
En el contacto con el otro... se reviven las emociones, se motiva al desafío, se animan los sueños dormidos, surgen reencuentros afectivos, tímidas ganas de hacer más, de querer más, de competir sanamente, se reviven deseos de reír, de llorar, de discutir, de entender, de saber... en el contacto con el otro... se vuelve simplemente a la vida.
Ps. Patricia Cabrera Sena
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