El corazón dañado, desconfía
El corazón no es de quien lo rompe... es de quien lo repara.
Así de simple y así de lógico. No tenemos mucho más que agregar.
Solo que tengas en cuenta esa deducción evidente: si hay daño, no hay amor. En todo caso hay sentimientos insanos que lastiman y deben atenderse.
No pretendamos que si lastimamos el otro siempre regrese a nuestro lado... ni que vuelva a confiar... ni que se entregue con la confianza de antes.
Muchos dicen que hay que saber perdonar... sin duda el perdón es un aspecto valiosísimo en cualquier relación... pero más allá de el verbalizarlo está el sentirlo: si dañas a quien amas... en el arrepentimiento final: debe dolerte más a ti que a la otra persona... solo así la otra persona verá en ti tu real aflicción por el daño cometido.
Muchos creen que con solo la palabra perdón ya está toda herida cicatrizada y superada.
Pero no es así. El corazón que debe repararse... es un corazón que ya está a la defensiva... que ya teme... que ya desconfía...que ya no cree.
Aquel que repare corazones dañados debe tener en cuenta eso... no están tratando con corazones fuertes y confiados, están vinculándose con corazones que tienen miedo a volver a amar.
Porque el amor los lastimó, los decepcionó. En la forma que sea... desde la relación que sea... un amigo, un hijo, un padre, una pareja... alguien le falló, alguien lo dañó... y ese corazón no se abrirá confiado a cualquier muestra de amor.
Aún así, el corazón dañado valora y agradece la presencia de quienes con mucha paciencia lo quieren reparar.
Porque muchos de los que empujan no lo hacen con el único fin de alejar a los demás sino que puede tratarse un grito silencioso y contradictorio: pidiendo presencias no ausencias, necesitando amar de nuevo, sentirse protegidos de nuevo, solo que no pueden hacerlo, ni sentirlo, porque algo del pasado les abrió una duda sustancial en cualquier vínculo que tengan en sus vidas. Y levantan los escudos defensivos... y se alejan de nuevo... y vuelven a desconfiar.
Muchos están atrapados en esa dinámica emocional cerrada en un círculo sin salidas, como en una trampa.
A personas así hay que recordarles siempre, con mucha serenidad y firmeza que por más que empujen no quedarán solas. No las dejarán. Y que el verdadero amor jamás falla ni se va. Que existe un amor tranquilo, sosegado, confiable, en el que podrán siempre apoyarse.
Y poco a poco el corazón roto se irá cicatrizando, entregando en dosis bien mínimas, pero abriendo un lazo invisible que lo vuelve a unir a la vida... y de ese modo irán aprendiendo un rumbo nuevo y sano para volver a vincularse con los demás.
Sí, sin duda, el corazón al final no será de quien lo rompe... sino de quien lo repara.
Ps. Patricia Cabrera Sena
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